A finales de los años cincuenta la fiebre del mambo contagió tambien a Italia. La danza de origen cubano enseguida se asoció al País Bonito, gracias al éxito internacional (Mambo italiano) que ironizaba sobre algunos clichés de la sociedad italiana. La versión de Carosone, que incluía grabaciones de canciones napolitanas con alto grado de auto ironía, abrió el camino a numerosas canciones a ritmo de mambo. Entre los años ochenta y noventa el baile volvió de moda, con nuevos swing, parodias y mezclas étnicas.