Junto al dichoso motivo que Domenico Modugno confió a la voz de Aurelio Fierro para el Festival de Nápoles del 1957 le sigue una galería de figuras femeninas protagonista de muchas otras canciones. Algunas de estas mujeres tienen un nombre, otras un apodo en su mayoría declinado con el diminutivo, que acentúa el cargo afectivo y a veces paternalista. Las canciones de amor y de arrepentimiento contrastan con las alegres y humorísticas en el estilo del café-chantant.